miércoles, 28 de octubre de 2009

¿Qué pasa en el PP?


Rajoy ha dejado que se convierta en un partido de ‘barones’: la máxima expresión es la batalla que se dirime en Madrid

El Partido Popular ha cambiado respecto a la época de Aznar. Es lo que concluyen analistas que han estudiado la situación de esa formación política. Apuntan que Mariano Rajoy ha permitido que se convierta en un partido de “barones”, cada vez más crecidos. El caso paradigmático es lo que ahora está ocurriendo en la Comunidad de Madrid.

Según esos análisis, en el PP los líderes regionales tienen cada vez tienen mayor peso político y gozan de mayor autonomía. No sólo ocurre en Madrid o en la Comunidad Valenciana, sino también en Andalucía o el País Vasco. Hay incluso provincias y municipios que son auténticos centros autónomos de poder con un alto grado de libertad respecto a Génova.

El caso más evidente es lo que ocurre en Madrid. Hasta 2004, bajo la dirección de Pío García Escudero, el partido era una estructura sin voz propia, absolutamente al servicio de las directrices de Génova. “El PP madrileño no existía”. A partir de 2004, ya bajo la dirección de Esperanza Aguirre, no sólo ha conocido pugnas internas entre Aguirre y Gallardón y sus respectivos seguidores, sino también pulsos a Mariano Rajoy a propósito, por ejemplo, de Caja Madrid o, anteriormente, de la elaboración de las listas al Congreso. Aguirre ha manejado también apoyos mediáticos contrarios a Génova.

Esa “baronización” se está produciendo en otros ámbitos regionales, como en el PP vasco. Antonio Basagoiti entró en conflicto con la dirección nacional a propósito del Concierto Vasco, al declarar: “Que blinden el Concierto o, si no, que se presenten ellos en Euskadi”. Y la dirección nacional transigió. Los diputados vascos, con su ausencia en el Congreso, se desmarcaron de las directrices de votación del grupo parlamentario no acudiendo a la votación. Para calibrar la importancia de este desplante, cabe recordar que el PSC nunca ha hecho otro tanto. Basagoiti, además, se ha venido concediendo toda libertad para opinar sobre el Caso Gürtel, sin seguir en esto la inspiración de Génova.

En cuanto a la Comunidad Valenciana, Francisco Camps no es el único barón. Los líderes en cada provincia –especialmente el zaplanista Ripoll y el inclasificable Fabra- han consolidado su fuerza y actúan cada vez con mayor autonomía. El propio Camps, bastión de la legitimidad interna de Rajoy desde el Congreso de Génova, ha echado un pulso al líder a propósito de Ricardo Costa. Fuentes del PP apuntan el simbolismo de que Rajoy y Camps mantuvieran la reunión en Alarcón, exactamente a medio camino de los feudos de ambos.

Por el PP andaluz, Javier Arenas resulta clave en distintos ámbitos. En primer lugar, por el apoyo firme de los ‘populares’ andaluces a Rajoy, apoyo que, junto al del PP valenciano, fue el mayor aval de legitimidad de Rajoy. Arenas es, además, una línea de mando muy valorada en el partido, con notable autoridad interna, que comienza en Aznar, sigue por el mismo Arenas y termina en Ana Mato. Arenas, que no tiene perspectivas de llegar a gobernar en Andalucía, ha sido el gran valedor interno de Luis Bárcenas y Francisco Camps.

Núñez Feijóo es otro dirigente regional en alza, también porque se ha convertido en el nuevo modelo de líder ‘popular’: joven, ejecutivo y de perfil centrista. Feijóo, gestor experto, ha centralizado el poder en su persona en la rama gallega del PP y ahora, amortizado Camps, se convierte en referencia tanto de gestión como de continuidad en el liderazgo.

Otras región problemática es Canarias, donde el PP tiene un pacto de gobierno con Coalición Canaria, que ha apoyado los Presupuestos de Zapatero sin que surjan tensiones por parte del vicepresidente insular y presidente del PP autonómico, José Manuel Soria: los presupuestos destinan más dinero a Canarias.

En Baleares, las dos dimisiones –de Jaume Matas y Rosa Estarás- molestaron a Rajoy por no haberse medido bien los tiempos. El hombre de Génova, José Ramón Bauzá, sufre la contestación interna de la facción del alcalde de Calviá, Carlos Delgado, y se pide la convocatoria de un congreso para, al menos, legitimar el mando de Bauzá. Rajoy es consciente desde al menos 2004 de las irregularidades del PP balear.

Respecto a Navarra, ahora en situación excepcional por no contar con presidencia en firme, Santiago Cervera tiene todas las papeletas para alzarse con el cargo ya que, además de experiencia política y de gestión, goza de la plena confianza de Rajoy. Así, los problemas de coordinación que actualmente tiene el PP navarro, en principio, deberían desaparecer.

Hay otros rasgos que apuntan a una ‘baronización’ del PP:

--Por indicación explícita de Génova, cada sección del partido tiene mayor autonomía para negociar con partidos minoritarios con implantación en las distintas comunidades (Coalición Canaria, Partido Regionalista Cántabro, Partido Aragonés, Unión del Pueblo Melillense, etc.). Como peligro se señala que algunos de esos partidos son meros partidos de poder y cuentan con notable historial de corrupción, como son los casos de Unió Mallorquina o del Partido Aragonés.

--Algunos alcaldes, como Alberto Ruiz-Gallardón o Rita Barberá, tienen suficiente peso específico como para gozar de la mayor libertad de movimientos dentro del partido y la consiguiente capacidad para echar pulsos, al menos en el ámbito de sus autonomías respectivas.

--La propia ‘número dos’ de los ‘populares’, María Dolores de Cospedal, es ‘baronesa’ en Castilla La Mancha. Aun cuando no se han acusado errores funcionales, Cospedal tiene prevista su marcha a la región en 2011, tras ganar –según estima- las elecciones autonómicas. Eso implicará forzosamente la renovación de su cargo, fundamental en el partido.